He vuelto a recordar tiempos felices. Ando entretenida en pintar aquellas muñecas peponas que te pinté hace años. Esta vez, no son para ti, pero igualmente son para unas preciosas niñas que beberán, te lo aseguro, de la fuente natural del arte. Tú también bebiste de esa fuente y danzaste por el mundo de puntillas con miedo a romper el silencio. Guardas la armonía entre las notas musicales y las vibraciones de tu cuerpo que se manifiesta a golpe de suave movimiento.
Estuvieron, esos cuadros, expuestos sobre la pared de tu dormitorio muchos años (18 años). Ahora los guardas celosamente por si un día tuvieras que decorar la habitación de un nuevo brote de continuidad de tu ser y yo ya no estuviera para volver a hacerte nada. Los hice pensando en ti. Con gran ilusión compruebo que la lámpara de macramé y figuras de fieltro (figuras de Walt Disney) que te hice y que tanto te gustó está intacta, se conserva como el primer día….también la has guardado. Disfrutabas cuando te preguntaban dónde la habías comprado mientras le hacías girar con tus delgados y estilados dedos para que los dibujos en fieltro se plasmaran en la pared en forma de sombra. Tú sabías que no había otra igual…todo lo que hacía, aún sigo esa norma, estaba hecho con gran amor e inspiración. Para mí cada persona es única.
He vuelto a recordar aquellos momentos en que la fuente del arte me invadía para la procreación de algo inédito, plasmaba en la realidad mis sueños, y una sonrisa de felicidad se dibuja en mis labios. Te haré mas cosas, daré rienda suelta al torrente de inspiración que brota desde el fondo de tu ser y se refleja en mi alma haciendo realidad esos deseos que anhelas y que nunca te atreves a confesar. En ese aspecto somos muy parecidas. A la casita de muñecas, le faltan las cortinas…al llegar el otoño estarán colgadas sobre sus ventanales de diseño colonial. Serán únicas…serán como somos las dos. No desentonarán con las lámparas que te hice con amor y a las que tu padre, poniendo parte de su arte, hizo que iluminaran cada una de las estancias con un hermoso y difuminado encendido dando calidez a esa casita de muñecas que, siendo fabricada en serie, tu padre y yo le dimos un sello único de identidad. Esa casita, mi niña, te representa. Nadie se la llevó el día que entraron a desvalijar la casa, nadie la tocó. Yo opino que nadie es tan malvada persona como para ser capaz de robar sentimientos. Puede que sí, no lo sé mi niña, no lo sé.
Observo tu pelo aterciopelado de luz de luna cayendo en cascadas sobre tu espalda. Tus ojos con color mas negro que la noche negra, observan con suspicacia el devenir de la vida. Te observo, quiero darte un beso y tengo que elevarme en puntillas como una bailarina que comienza a bailar la danza de la vida al compás de sentimientos, en el diapasón de notas musicales escritas. Hay algo en común entre tu vida que comienza y la mía…un tanto incierta…nos envuelve realidades, una perfección soñada que buscamos como errantes palabras silenciadas. Está muy alta la luna, no podremos alcanzarla, pero en sueños bailaremos cada cual su propia danza… la bailaremos descalzas. Yo de puntillas besaré con toda mi ternura tus mejillas, casi no las alcanzo, pero te quiero, mi niña.
domingo, 21 de junio de 2009
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