miércoles, 3 de junio de 2009

María T.

Para Mayi, esa entrañable amiga que me ayudó cuando yo nada tenía. Cuando compartía ropa con quien mas he querido y me ví con los trastos en la calle. Cuando por ciertas circunstancias me ví compartiendo anorack ...el invierno era frío...ella y María su madre, me arroparon... eran el encanto de mi amada cuenca.

Abre el correo personal como lo hace habitualmente, cada mañana, mientras toma su desayuno. Se encuentra ante un mensaje de una persona en la que cree y a la que está convencida de querer. Lleva tiempo sin saber nada de su vida. Esta persona le ha demostrado que siempre ha utilizado la franqueza a la hora de expresarle sus sentimientos. Se abstuvo de adulaciones aunque se atrevió a merodear, por los márgenes del comportamiento, analizando de una manera un tanto tímida las revoluciones tormentosas de sus actuaciones. Actuó como juez principiante. Aún podía mezclar el conocimiento de la aplicación de la ley con los sentimientos que emanan de un noble corazón. Posee una virtud un poco extraña. En esta época esa virtud está, como todo lo bueno, en vías de extinción. Sonrió al leer su nombre. En su sonrisa se podía dejar entrever la huella de la tristeza. Es una pena que se pierdan con el transcurrir del tiempo esos valores. Esta niña es una joya, pensó, y desde su pensamiento, extendiendo los brazos, pudo sentir el calor humano al abrazarle en la distancia.

Siguió ojeando. El correo posterior desprendía también bellas connotaciones. Verdades como puños que no querían herirle pero que con amor, con halo de dulzura, la dulce Chaveli, hacía intentos para convencerla de que retomase la cordura.

No puede dolerme nada, pensó, cuando esas opiniones parten de corazones tan sinceros. Se transportó en el tiempo, casi a tres décadas anteriores. Allí, en su recuerdo, María recobraba vida. Era una figura de estatura mediana y de edad avanzada, menguada por el paso del tiempo. Las redondeces de su rostro, le daban un aspecto de gran afabilidad. Esa sonrisa abierta y castiza que al reír hacía que su barriga se moviera marcando el ritmo de las carcajadas.

María, nacida en la cuenca del río Almanzora, le abrió las puertas de su casa cuando mas lo necesitó. Ofrecía lo que tenía, poca riqueza material, pero una cantera inagotable en riqueza espiritual. María le tendió su mano. Ahora ella al recordarla piensa…”la gente de la cuenca tiene algo especial, mas allá de las raíces políticas, mas allá de las creencias religiosas”.

Cuando ella se encuentra con buena gente, nacida junto a los márgenes del río, piensa en María. Sabe que el río no dormita en lecho seco. El río recobra vida en la bondad del actuar de esos niños y niñas que crecen junto a su lecho de arena., acumulando experiencias y absorbiendo historias que después, de forma oral, irán trasmitiendo a sucesivas generaciones para que la tradición no se pierda. Han sido y son los portadores de sus raíces. Han sido y son enciclopedias vivientes con renglones escritos en forma de recuerdos en sus propias almas.

La puerta de casa estaba abierta. María se quedó observando el lienzo. Era un autorretrato, a medio terminar. Se podía ver, en cada trazado del pincel, la inocente técnica del joven autodidacta. Ella, no pudo reprimir lo que pensaba. En su intento de expresar el gran parecido existente entre el cuadro y su autor, con sana espontaneidad, exclamó: ¡es exacto, la misma cara, las mismas orejas…! En su boca cobraban vida las palabras que emanaban de su gran corazón dándole significado sin adornos rocambolescos, con esa gran sencillez que le caracterizaba.

El pintor le miró con súbdita sorpresa. Sentía complejo de orejas, más que de grandes, de despegadas del rostro. Yo me reía a grandes carcajadas. ¿Para que engalanar de palabras lo que los ojos ven con desnudez? Cuando está frente al óleo, suele sonreírse.

A su mente acude el recuerdo de la amada María. Guarda más recuerdos de esta entrañable persona, nacida, desarrollando parte de su vida, en la cuenca del Almanzora. “Mi adorada, no menos respetada, María T.”, pensaba.

Piensa que le debe mucho a María. Esta mujer sencilla, le enseñó muchas cosas con su noble actuar. Cree quedarse corta a la hora de ensalzar sus buenas cualidades personales. Fue una gran mujer, luchadora, paciente, sumisa como las mujeres de su época, pero con ese desprendimiento de profunda alegría que nunca nadie pudo sesgar de su rostro, de sus bellos y brillantes ojos rasgados. Ni la sonrisa ni la ironía, en los momentos de dificultad que rondaba a su vida, desaparecieron nunca. Siempre encontraba una razón para vivir, una razón para amar, una razón para seguir adelante y hacer frente a toda dificultad. La única razón la encontró en sus cuatro hijos en un principio y después se fue fortificando con la llegada de cada nieto.

En el barrio donde vivió, donde la conoció, era respetada y querida por todos los vecinos. Allí vivó muchos años adaptada a las circunstancias sin olvidarse de sus vivencias en la cuenca. Evocaciones de infancia y juventud hacían que su rostro se iluminara aún más.

Un día decidió dejarnos. Su rostro no acusaba signos de cansancio. Se marchó dejando el recuerdo de su historia escrita en los renglones de sus huellas.. María fuiste todo un poema, musa de mis circunstancias y de mis miserias...fuiste mecenas.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando amamos a alguien, siempre forma parte de nuestras vidas, nunca se va para siempre ya que sus enseñanzas esta en cada una de nuestras actuaciones.
Muchas gracias por hacernos recordar con tan bellas palabras.
Mayi

Vera (jarra 4 picos) dijo...

Mayi, me conoces, sabes que cuando hablo de amor, estoy envuelta hasta la médula. Puede que seas quien mas me conozcas...

En cuestión de sentimientos, nunca mentí... Tampoco, tu lo sabes, soy persona de conseguir nada que nada dé la cosecha del tiempo.

Disfruta del recuerdo de María T. Era una gran persona. También tú lo eres.

Un fraternal abrazo,
...,
vale:
Vera

Anónimo dijo...

Quiero que sepas que por poco tiempo que tenga al día siempre busco un hueco para beber de la fuente de tu prosa y rima. Sigue escribiendo para que yo te pueda seguir leyendo…
Un besazo.
mchh

Vera (jarra 4 picos) dijo...

MCHH, gracias por leerme, no me cabe la menor duda de que así es. No te preocupes, no dejaré de escribir.
Un fuerte abrazo y que tengas mucha suerte. Ánimo, ya te queda poco

Anónimo dijo...

Me ha encantado, Mayi debe estar feliz por tus palabras y ya sabes ella y yo compartimos "un tesoro", tu amistad.
Un abrazo
Ana

Vera (jarra 4 picos) dijo...

Vosotras dos si que sois un tesoro para mí. Sabeis que me cuesta hacer estas declaraciones. La amistad se forja con el hacer diario. Gracias por sentiros tan cerca siempre en los momentos difíciles.
Un abrazo