El judío en su pregón
dictaminó sentencia
así actúa el corazón
al silenciar las letras.
Tiempo al tiempo, sin quimeras,
que el camino que se ha andado
se desanda de igual manera,
y todo quedará reflejado
en tus pasos, en las huellas.
Silencio que se bebe a tragos
por causa más que ajena,
suelen ser tragos amargos
tras preguntas sin respuesta.
Cuando quise no quisiste,
la decepción se hizo tormenta,
has de saber que no existe
aunque quererte quisiera
fuerza que me haga servirte
a condición de sentirme ramera.
La decepción… decepciona
cuando te ponen cadenas
por cometer el delito
de tener confianza plena
en extraño meteorito
disfrazado de planeta.
El judío con su pregón inocente
proclama ser alma buena,
tiempo que en querer se pierde
nunca nadie recupera,
por mucho, por más que lo intente,
verá como desespera
por esas promesas indolentes
de falsedad de conciencia.
sábado, 31 de enero de 2009
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