Es como una amapola,
por su sencillez bella,
la recubre la aureola
de rocío de primavera.
No necesita abalorios,
brilla como una estrella
en las campiñas de plata
de actuaciones sinceras.
La vi asomada al balcón,
sacudiendo su franqueza,
entre pudorosa y enérgica,
en vez de sangre fluía amor
por el cauce de sus venas.
Al pasar por su puerta
se percibe ese áurea
de rayos de sol y de luna
y se escucha una música
de guitarra y castañuelas,
es la dulzura de su boca
la que va rompiendo penas,
con sus sonrisas desnudas,
con su mirada tan llena
de gran amor y ternura,
natural como la tierra.
sábado, 20 de diciembre de 2008
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