Vivió entre las sombras
del amor y soledad
murió entre las paredes
del abandono y ruindad.
Le tocaron las campanas
de una iglesia oficial,
en desierto tanatorio
nadie le vino a velar.
Los ángeles y demonios
danzan junto a la hoguera
de sus recuerdos de vida
asentados en la miseria.
Alimentó alimañas
de cariño en conveniencia,
hoy con duda extraña
pasea entre las estrellas
dejando sus soledades,
una abultada herencia
que disfruta la avaricia
que deambula por la tierra.
Adiós, pequeña amante,
adiós, solitaria eterna,
dichosas tus enseñanzas
por esa vida que cierras.
lunes, 14 de abril de 2008
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2 comentarios:
Vera,he leido tu poema y veo tu gran corazon,pues es el unico homenaje que se lleva,esa persona,que
en vida le arrebataron sus pertenenccias,y la abandonaron con su soledad y sus miserias.
Me ha llegado al corazon .Conozco la historia un beso.
sutil
Gracias Sutil. Esta historia se repite en la vida con mas frecuencia de lo que deseamos.
La avaricia corroe de tal forma que nos vamos deshumanizando.
Lo he escrito pensando en todas esas personas que son despojadas hasta del cariño y relegadas al olvido.
Un beso
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