Tocaba a todas las puertas
iba pidiendo dinero,
cuando lo tuvo olvidó
guardar para malos momentos.
“Una limosna por Dios
pa quitarme el desconsuelo,
déme algo, por favor,
que yo trabajo no tengo”.
“Tenga esto, buen hermano,
a ver si le sirven estos céntimos,
que poco aquí ganamos,
tenemos muy bajos los sueldos,
y encima con esta crisis
nos han aumentado los impuestos,
como sigamos así
nos vemos todos pidiendo”.
El mendigo se alejó
por la calle muy contento
y con la misma canción
iba por todos los pueblos.
Un día cuando murió
corría como reguero
que el mendigo que pidió
no tenía desconsuelo
y que una cuenta bancaria
tenía a rebosar de euros.
Le llaman ya por los pueblos
“el mendigo embustero”
que representó ese papel
sabiendo reírse de ellos.
Si a su puerta le tocan
pidiendo en nombre de Dios
antes de creer tal cosa
y tenerle compasión
miren si es por pobreza
o es que tiene condición
de engañar a las personas
por ser un impostor.
miércoles, 4 de febrero de 2009
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