Ella, confesaría ciertas cosas,…
pero consciente de la holgadez,
solo por eso de la talla usada,
silencia la patente desnudez
de aquellas estúpidas palabras.
Espera ese amanecer
junto a la mar brava,
ya se borran las huellas
sobre la arena mojada.
Se difuminan estrellas
que son de sal salpicadas,
la luna, con sonrisa incierta,
está saludando al alba
mientras dormida se queda
sobre nanitas de plata.
Ella, extiende su mano,
no llega a tocar nada,
y son sus dedos alados
los que le sirven de alas
cuando entre sus cabellos
las sensaciones resbalan.
Lejos, suena muy lejos,
el eco de la guitarra.
jueves, 26 de noviembre de 2009
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