Se duchó...caminaría por la rambla en su transcurrir hacia su desembocadura en el mar...supongo que se preguntaría lo que tanto se andaba preguntando sin elevar su voz, sin atreverse a lanzar pregunta alguna por miedo... sabía que le respondería el silencio o como mucho la negación de sus planteamientos... mientras tanto al ritmo de sus pasos se sentiría acariciada por el sol y al observar su piel tostada... seguro que pensaría... “consecuencias de mis pasos bajo un sol desértico... callaré...me sumergiré, como siempre en el silencio”.
Nunca supo con quien hablaba, qué intenciones había tras la comunicación intercambiada,…no le importaba, era tenaz como las aguas del acosado río por la fiebre del ladrillo. Siempre tomaba lo que sabía que le correspondía por ley natural cuando arreciaba la lluvia.
Llegó hasta la orilla de arena húmeda por el beso de mar. Cerró los ojos, un suspiro de libertad se escapó de su dolida alma…
No hay sirenas en el mar- se dijo exhibiendo una sonrisa nostálgica.
Pensó en el río, en esa rosa amada, en ese perfume expandido de amistad desinteresada que una marca hizo suya o tal vez, ella, nunca supo que pasó….puede que se definiese como algo nacarado e intangible por la voluptuosidad del perfume. Escuchó las cuerdas de una guitarra que hizo bailar a la luna en una noche estrellada. Sobre el cielo azul pudo divisar la pintura de la Cueva los Lebreros. Todo un símbolo que se haría comercial en Mojácar para adquisición turística.
Se le hizo de noche junto a la orilla plateada. Una barca dejaba destellos de luz en el agua serena reflejando su contorno en el espejo marino. Volvió a cerrar los ojos y una hoguera chispeante le hizo señales que no llegó a entender. Se acurrucó en el lecho del río sintiendo la calidez de profundos sentimientos. Podía sentir el perfume de los naranjos en flor, la humedad de la carrihuela acariciando sus tobillos desnudos, el olor a campo saturado de agua, y la musicalidad de las aguas que, con serenidad, se dirigen al mar de forma segura. Al abrir los ojos se dijo,… hay que vivir y comenzó el retorno a casa con una sonrisa de amplia felicidad. Salteó escollos y se repetía: “soy fuerte,….sobreviviré como el río aunque me intenten privar del cauce”
Llegó a casa y se puso cómoda,…no esperaba nada, solo recordar el murmullo de las aguas a su paso por su infancia.
lunes, 8 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Hermoso poema, te felicito, gracìas por que podemos disfrutar de tu talento y tus sentimientos, un abrazo fuerte Maryann
Gracias por tus palabras, Maryann. No es un poema, es parte de un relato. Yo os doy las gracias por leerme, en el fondo, sois to@s vosotr@s, quienes me haceís seguir escribiendo.
Un abrazo desde mi corazón
Perdona si me he expresado mal.Me ha gustado mucho "Una estela de sueños"
Gracìas por compartir tu sentir.
Gracias a quienes me seguís leyendo. Estoy en deuda con vosotros. Os doy las gracias a todas las personas que lo haceis
Publicar un comentario