martes, 20 de octubre de 2009

La mala profecía

Para A.M. Tampoco quiero olvidar a una persona que dio ese mismo consejo hace varios años. En ese momento no era comprensible. Ahora estos consejos tienen significado, gracias A.M., gracias D.C. por vuestra sabiduría.


Dime ¿quien ganó a quien
en esa falsa contienda
donde metieron al pobre
siendo la trampa la tierra?
Una voz muy sosegada,
con dosis de experiencia
dijo: “es mejor tener calma
que actuar con impaciencia”.
Los días muy lentos pasaban,
también otoños y primaveras
y por los mares se dibujaban,
muy traicioneras, largas estelas
de un andar que se amparaba
en unas sarcásticas, falsas huellas.
A la sombra del jazmín
el olor a hierbabuena
llena el espacio saín
de profecía no certera.
Mi alma aún aferrada
está al amanecer, a estrellas,
a ese bancal en barbecho
que tiene seca su acequia.
Permaneceré a la sombra
de mi parral en verano
disfrutando de las siestas
a ti… te mandaré un ramo
para adornar tu conciencia
de imitador a Nostradamus
que erró al aplicar sapiencia.
No te apresures, mi amor,
mira que mi huella es lenta
sabes que regando voy yo
con sudor y penas la tierra.
Te mandaré un bello ramo
al finalizar la experiencia
en este mi querido jarro
que sin portar alguna tarjeta
sabrás quien te lo ha mandado
para aliviar tus cadenas.

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