Jefe de la tribu,
a ti, mi querido indio,
noche de lunas blancas,
de lágrimas y delirios,
te dedico estas rimas
desde mi lugar de retiro.
Se suele hacer leña,
dicen, del árbol caído
y el árbol cae a la tierra
como pájaro malherido
cuando sutiles lenguas,
afiladas como cuchillos
se recubren de amistad
en contubernios de anillos.
Solapadas lunas blancas
en imaginario eclipse
donde la noche no es negra
y la palabra desdice
que no hay escarcha en la noche
y ni en colores matices.
Cubierta voy de lunas,
de falsedades voy triste
y como el acero siento
fortaleza en desvivires.
Junto a la orilla del mar
las olas besan mis pies
y una estrella fugaz
me sonríe en su camino
dándome la libertad
de seguir con estas rimas
lejos de falsa amistad.
martes, 23 de septiembre de 2008
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