miércoles, 21 de mayo de 2008

Nada quiero, no mendigo

Nada quiero, no mendigo,
anverso y reverso de moneda
yo lo aprendí contigo.
Me recosté en tu pecho
buscando tener abrigo
y sentí un helor inmenso
cuando me acunó tu frío.

Luz triste de quinqueles,
luz de luna sobre el río
cuando los amaneceres
actúan sobre el rocío
secando la piel mojada
de los naranjos y olivos.

Eso mismo sucedió,
hubo entusiasmo perdido,
cuando los soles estivales
negaron la lluvia al río
y por su cuenca seca
anduve por las veredas
con humor y desafío.

Luz de lunas y de soles
en ciudades y caminos,
viste de blanco a la noche
y al día viste de amarillo.

Nada quiero, no mendigo.
Dignidad del labrador
que lleva azadón consigo
aun sabiendo que tierras
pocas hay de regadío.
El va limpiando acequias
para regar sus cultivos
porque él ama la hacienda
que siempre le dio cobijo.

Nada quiero, no mendigo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonita rima, Vera. Sigue escribiendo con mas frecuencia. Espero que continúes con la historia de la niña y del río, quiero conocer el final. No te demores tanto.

Anónimo dijo...

Esta me ha encantado.Animo y sigue adelante.
Un abrazo
Ana

Anónimo dijo...

vera :preciosa ,me parece,hermosa
esta.Sabes que me gusta todo lo
que haces,esta es una de las que
me dejan huella.
sutil, un beso