viernes, 28 de marzo de 2008

La niña y el río

No puedo dormir, me he levantado harta de dar vueltas en la cama. Leeré un rato, es lo mejor que puedo hacer esta noche y lo mismo si me vence el sueño, al despertar, cuando amanezca sonreiré al alba pensando que todo ha sido una pesadilla y que la vida es algo tan bello e inexplicable como la felicidad. Es solo un sentimiento que se extiende por toda la piel pero que no deja de ser hermoso y profundo en sus ansias por enredarse como la hiedra y atrapar el horizonte.

Mejor opción que la de leer será escribir mirando las estrellas desde mi ventana abierta. Es bonito el cuadro de la noche, escuchar el silencio de la ciudad dormida mientras paso las páginas y observo imágenes del álbum de fotos de mi memoria donde también se pueden leer los renglones escritos de hechos que se han sucedido en el tiempo. La sonrisa se dibuja en mis labios cuando cierro los ojos y escucho el sonido del río Almanzora.

Una niña con coletas, vestida con pantalón corto azul y un jersey de rayas azules y blancas, está sentada junto a un naranjo. Tiene cuatro años recién cumplidos, pero es capaz de dar vida a sus sueños. Siempre va acompañada de un libro de poesía que encontró guardado en uno de los cajones de una cómoda abandonada en la cámara del cortijo cercano al río. Con la mirada casi ausente, se deja llevar por el murmullo de las aguas que se deslizan por la cuenca para besar el mar en la costa del levante almeriense. Las aguas son cristalinas y se pueden ver pequeños peces, ella les ha puesto cara y está convencida que son sirenas que la invitan a vivir una aventura idílica de paz y silencio en el mundo de los sueños. No se encuentra sola, les ha dado vida a los peces convirtiéndolos en sirenas con su enorme imaginación.

Juegan a adivinar los diferentes sonidos que se escuchan y a descubrir los aromas diversos que existen en el valle verde alimentado y cuidado por las manos de los labradores que cantan con azadón en mano en su empeño porque sea una tierra fecundamente rica en alimentos para el consumo. Aún recuerdo esas canciones, a veces alegres y con letra picaresca y otras veces como un lamento que se expande por el valle con la misma sutiliza con que se mece el aire,

Cierran los ojos, niña y sirenas, para concentrarse en poder adivinar las preguntas que les hace en un susurro acariciador el Almanzora.

“Es el sonido de la arena que se mece en el lecho lo que se escucha ahora”, contesta la niña.

“No -dice una de las sirenas-, es algo mas profundo, es el crecer de la naturaleza. Escucha, intégrate en ella y hallarás respuestas, pero primero has de despojarte de los miedos y avaricia de tu condición humana para poder ver con los ojos del alma solo así podrás adivinar y comprender todo lo que te rodea, porque sabrás amar y solo con amor se puede llegar a lo mas profundo de la vida”.

Ella casi no entiende el significado de lo que quiere transmitirle la sirena pero se deja llevar por lo que le dice en un intento de llegar a descubrir algo mas que lo que pueden percibir sus oídos infantiles. No es consciente de que está aprendiendo a escuchar y a hablar con el silencio. Se siente fascinada ante ese placer inmenso que le ofrece el manso río de aguas cristalinas al darle la oportunidad de ser protagonista de su propia historia, alimentando sueños a la vez que le ayuda a desarrollar su potencial de imaginación y a impregnarse de la naturaleza formando una bella simbiosis.

No le es difícil dejarse llevar por el misterioso mundo que le rodea fundiendo sueños y vivencias en una misma realidad. Se embriaga de la natural belleza del campo que impregna a su alma de paz, una paz que queda reflejada a través de su risa inocente y traviesa y se manifiesta en sus ojos con una mirada profunda y serena. Es ese mirar hacia el interior del mundo que le rodea que quiere entender y a veces lo encuentra maravillosamente inexplicable.

Cerca revolotea una mariposa nacarada con rayas ocres y negras, ella la sigue con la mirada. La mariposa se posa sobre una piedra que contempla impasible el correr del agua. Viene a jugar con las sirenas y a participar con ella en el mundo fructífero de aventuras. Piensa que es un hada real, puede seguir el ritmo de su danza silenciosa en cada uno de los movimientos rítmicos de sus alas que de forma mágica le permite desplazarse con elegancia por el aire. Piensa que la mariposa es un hada real mientras mueve los brazos y piernas con torpeza intentando imitar los movimientos de ésta. No es como las de los cuentos de princesas, éstas siempre hacen milagros imposibles con solo mover su varita mágica. Todos los cuentos de princesas tienen el mismo final de felicidad consentidamente artificial, pero estos cuentos vivenciados son reales.

Su mundo de sueños es más real, es distinto, porque cada día amanece con una nueva aventura, con un nuevo episodio, que es el motor que impulsa a su vida y le lleva a familiarizarse con el hábito de la reflexión. En sus aventuras soñadoras participan todas las personas que conviven con ella y hasta pueden hablar el río, los árboles, el viento, las flores, el silencio… Todo está tan vivo como lo está ella.

Una de las sirenas le avisa de que le están llamando. Escucha el eco de la voz materna, mira hacia el cielo y ve que el sol está en medio mirándola con sus ojos atentos. Cuando se posiciona entre el cañaveral y el limonero mas viejo es porque es hora de comer, al menos desde siempre, en esta estación del año, cuando el sol está allí todos los jornaleros dejan sus labores y se disponen a almorzar. No reconoce las horas de un reloj pero sí los distintos posicionamientos del sol en cada mes del año. En los día nublados no va al río, pasa el día intentando descifrar lo que hay escrito en ese libro.

Se despide hasta la tarde de todos los personajes misteriosos que viven junto al río y le hacen compañía cada vez que se aproxima a su orilla. Piensa volver a la rivera, quiere seguir aprendiendo a leer junto a las sirenas, a interpretar silencios, a fundirse con la naturaleza… quiere tener de mayor lo que la vida le negó a todos esos agricultores de alma cansada y piel curtida por el trabajo, el sol y la miseria. Desea aprender a leer, estudiar y tener un día un trabajo que le de autonomía para no depender de otras personas.

De regreso a casa, en su cara brilla con luz propia la felicidad que emana la paz de su alma.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

vera cierro los ojos y veo tu sueño, es bonito soñar.besos

sutil

Vera (jarra 4 picos) dijo...

Sutil, si es bonito poder soñar alguna que otra vez.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Vas a seguir contando historias?

Zábila

Vera (jarra 4 picos) dijo...

Zábila, esa es mi intención. Quiero seguir alternando prosa y rima. Me gustaría disponer de mas tiempo para poder escribir.

Gracias por leerme

Anónimo dijo...

" SIMPLEMENTE......GENIAL.....si el verso es bueno, la prosa lo es aún mas......."
NUNCA DEJES DE ARRIESGARTE Y HACER LO KE MAS TE GUSTA Y LLENA TU VIDA....AL MENOS MIENTRAS LO HACES ESTARÁS CUMPLIENDO UNOS DE TUS SUEÑOS.....

me alegro de haberte conocido.

BELEN

Vera (jarra 4 picos) dijo...

Belén, yo también me alegro de haberte conocido. Tengo mucho que mejorar en todo.

Gracias por leerme. Me lo pasé genial.

Un besote