Se disiparon tormentas,
en el horizonte del alma
solo hay sabor a menta,
a romero y a mejorana.
Una luz brilla muy intensa,
aces caen como cascadas,
la luminosidad acrecienta,
sobre caminos, pisadas,
lejos de la incertidumbre
y muy cerca de la calma.
El laberinto se esfuma,
los yugos no se sustentan,
la vida ya liberada
de esa luz se alimenta.
Alguien pisa la arena
en la noche fría de estrellas,
y sobre la mar una patera
que al son de tristes miradas,
pupilas de grandes penas,
la abandonan a la deriva
huyendo de la miseria.
Con su silencio la noche,
con su oscuridad serena,
se hace de todos cómplice
bajo arrullos de sirenas
viernes, 5 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario