sábado, 8 de mayo de 2010

mas...La niña y el río

Leyó todo de forma pausada analizando cada significado de frases y desmenuzando el sentido de cada palabra. Cuanto mas lo hacía menos entendía. Algunas nociones tenía de economía, esos conceptos asimilados, interiorizados, los aplicaba a su vida personal. No entendía nada ante la verborrea de palabras incongruentes con el estilo de vida que representaba ese actor de viejos telones de sueños.

Hizo una introspección, se adentró en su alma soñadora, una sonrisa dio brillo y amplitud a sus finos labios dotando de una luz especial a sus ojos. Se miró las manos y pensó: los años dejan huella. Se preguntó que múltiples significados tiene la dignidad. Para ella era el subsistir sin que nadie corriera con sus gastos y ya no entendía nada aunque vislumbró una forma de viajar y conocer mundo a cambio de un precio. Ella no tenía precio, nunca lo tuvo, solo conocía el dolor y sudor de ganarse la vida y abrirse camino por sus propios medios. Claro, no podía reconocerlo por miedo a que le tachasen de arrogante. No lo era, era de una sencillez pasmosa e inusitada.

Su mente, una mente soñadora con cierta dosis de realismo, se deslizó entre la arena seca del río que llegaba hasta el mar para descansar en su orilla de espuma inmaculadamente blanca. Retrocedió en recuerdos mientras se preguntaba ¿a quien quieres engañar?. De pronto en el silencio sonó de forma imaginaria la canción de Mary Trini, “yo no soy esa”


Se sonrió con sorna, no creía en las dulces palabras de alabanzas, creía en hechos. Se acurrucó en sus sueños, retrocedió al pasado para poder analizar su presente y el aire fresco de la brisa marina jugueteó con su pelo tornasolado de forma natural. Nada era importante, tenía un objetivo por conseguir y no estaba dispuesta a dispersarse en vagar por un camino de agrados, no buscaba reconocimientos, los odiaba cuando provenían de almas insensibles.

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